Los pies en la Tierra
Cuando a uno le preguntan cual es la parte de su cuerpo que menos le gusta, la mayoría de la gente responde sin pensar "los pies".
Si vamos a ser honestos, mucha gracia los pobres no tienen; ni que hablar si se padece de juanete, dedo martillo, callosidades, o sin ir más lejos las uñas jodidamente torcidas, gruesas y amarillentas...
Es verdad, no hay mucho que arreglar por más intención que se tenga.
Pero también es cierto que son la parte más olvidada de nuestro presente, y digo olvidada a conciencia, porque no hay rostro en el que no se refleje un zapato mal calzado. ¿Quién me puede discutir que una jeta fruncida no es causa de un dolor de pies?, ¿o que se puede estar todo el día de mal humor cuando tenés los dedos mal acomodados dentro de las botas?, y eso que no menciono las horrorosas ampollas que suelen salir en el talón por culpa del roce de las zapatillas...en fin.
Por eso, quiero rendirle este humilde homenaje a esa parte de MI cuerpo que ha pasado a ser la incondicional en mi existencia:
Los pies me aguantan, me llevan a todas partes, me traen a casa cuando no doy más, me elevan a lo infinito cuando salto de alegría, me sostienen, soportan la tortura diaria de ser prisioneros de mis calzados, padecen dolores y lastimaduras, pero curan solos, disfrutan con el agua, se relajan en contacto con la naturaleza, me dan placer cuando me los acarician, me arrancan todas las sonrisas y las risas cuando tengo cosquillas, pero sobre todas las cosas, me hacen sentir viva.