Los momentos y los años

Amanecí descubriendo las marcas de mi paso por la vida en un espejo. Una imagen que me devolvía líneas a modo de caminitos ténues alrededor de mis ojos, y una tersura gastada por el paso de los años que, pese a mi juventud, delatan poco cuidado.

Hoy amanecí mirando un río estampado de verde, lleno de calma y sin sonido propio.

Amanecí con mate en mano, y el ritual que me lleva a concebir cada uno de mis días como un pedacito de historia, mi historia cambiante, una historia que sabe de memorias.

Desperté escuchando Silvio Rodriguez, y su voz, su música combinan perfecto con este día nublado, con este aire fresco y el recuerdo de mi viejo con sus ojos de ventanas al cielo.

Amanecí, y como siempre, después de cada desayuno, aprovecho a mezclar el aire puro que me mantiene viva con esa cuota de veneno que disfruto detrás de cada pucho.

A mis treinta agostos, empiezo a entender que vivir no es transcurrir en el tiempo, sino permanecer en la memoria de cada momento experimentado.

Quiero permanecer en la memoria de todos los momentos, como algo que formó parte de ese transcurrir del que sólo soy una pequeña parte.