Vale un nuevo intento...

Tengo la secreta esperanza de sacar algo fructífero en compartir lo que soy con quien tenga ganas de vivirlo como yo... o quizá de otra manera.
De momentos es como desterrar el posible sentimiento de soledad que a veces nos invade. Y ojo, tampoco me interesa hacerme "adicta" a este modo de intentar estar acompañada, pero es un analgésico por instantes. Y como puedo expresarme aunque vos no estés de acuerdo sin escuchar lo que no tengo ganas, pues sólo me limito a decir "mi verdad".
Está bueno esto de tener un blog, diario o como se llame porque no sé si alguien realmente se detiene a leerlo y entenderlo, pero a mí "me hace ilusión"... ¿peco de boluda si digo que resulta terapéutico?.
Ves?, escribo y escribo, pero de momento no hay nada interesante. Para eso debería ponerme a opinar sobre cosas que llamen la atención u originen foros de charlas profundas, como religión, sexo o política, pero no voy de ese palo, y si lo fuera, por ahora no me da la gana...
Si te puedo contar que hace casi cuatro años, aterricé en Barcelona proveniente desde una las ciudades, para mí, más bonitas del mundo: mi querido Buenos Aires, Argentina.
Esto del "autoexilio" pesa un poco, sobre todo al comienzo, después te vas acostumbrando y con el correr de los meses, en mi caso, le vas tomando el gustito... eso sí, la raíz queda ahí, en tu lugar natal, en tu gente y en el entorno que te vió crecer, porque por más que muchos renieguen, la idiosincracia corre por las venas, y eso, es indiscutible. Todo bien, pero como extraño Buenos Aires!!.
Como experiencia, esto es genial, y lo que uno puede aprender de sí mismo llega a los extremos más insospechados. Es como volver a nacer, pero ya sabiendo caminar, leer, escribir y relacionarse sin ayuda, sin que te digan como, cuando y donde. Al principio, duele, cuesta, te desubica... y esto fue lo que pude dedicarle a esta ciudad que no me parió, y a su gente que pudo ver en mí a una más.
BARCELONA
Barcelona me quita el sueño, y sin embargo me quedo.
Me recibe de brazos abiertos, pero no consigo enamorarme de ella.
Me habla de un futuro, de formar familia, de dormirme en su regazo, pero quiero salir corriendo.
Barcelona respeta mis silencios, y sin embargo retruca cualquiera de mis actitudes.
Me devuelve la consiencia de valorar todo aquello por lo que siempre despotriqué.
Barcelona me absorbe, me persigue, me cuestiona, me discrimina, me pone de los nervios, pero me perdona y me pide que me quede... será?.